hoy empecé temprano.
Les ofrezco un texto que escribí y me a gustado mucho, pues escapa a mi estilo convencional .
Como saben es bueno experimentar y ver que sale.
Sabia que sabias.
Ella al otro lado del parque, de negro, armada, una placa en su pecho.
Yo frente al parque en mi casa.
Una dama en mi baño, se arregla.
Dos guardias en el frente, dos en el garaje, tres en el lobby dos en el la sala uno en el pasillo.
Ella corre por el parque, se acuesta, saca su rifle lo armas apunta y dispara.
No hay guardias al frente, dos en el garaje, tres en el lobby, dos en la sala uno en el pasillo.
Yo en mi cama, espero a una dama, que se arregla en un baño.
Ella saca una soga, salta sobre mi barda se acerca a mis autos, empuña una daga y degüella.
No hay guaridas al frente, no los hay en mi garaje, tres en lobby, dos en la sala, uno en el pasillo.
Yo en mi cuarto, saco un puro, espero a la dama del baño.
Ella entra a la casa, esquiva, furtiva, esta cazando, le agrada.
En el lobby lo guardias charlando, fumando, armados… incautos.
Tres rafas calladas y oscuras, nueve balas en el lobby, sangre en el suelo
No hay guardias al frente, ni en el garaje y tampoco en el lobby, hay dos en la sala uno en le pasillo.
Ella sube las escaleras, a oscuras.
En el pasillo un hombre, de espalda ancha, uniforme negro, insignia sargento, militar de carrera, un guardia en mi casa.
Ella en la esquina, un espejo en la daga, observa al sargento, sonrisa sangrienta.
El guardia camina hacia el fin del pasillo, la espalda en oferta a quien de lejos la vea.
Ella se para, corre por el pasillo, certera, parece una leona cazando.
El guarida voltea, la ve e intenta bloquearla, la pierna de ella en el aire, no logra bloquearla, su cuello se parte, cae inerte en el suelo.
Ella lo deja, el rostro torcido, caminaba hacia el fin del pasillo.
No hay guardias en el frente, no los hay en la cochera, tampoco en lobby o el pasillo, los hay afortunados en la sala.
Yo en mi cuarto esperando a la dama en mi baño.
En mi baño una mujer y un cadáver.
Yo sigo esperando.
Ella sale del baño, desnuda y cubierta por seda.
La escucho bajo las luces.
Ella entra en cuarto, se acerca, me evita, me excita y me invita.
Me paro, mis manos en sus hombros, tumbo la seda que cubre su espalda.
Ella tiembla y se estremece, danza su cuello flexionando y estirando, sensual.
Ruedo mis labios en su espalda, aliento pausado.
Mis dedos acarician su faz, a veces violentos, que excitan, a veces suaves, hablando un lenguaje oculto, expresando el deseo.
La abrazo, su espalda a mi pecho, gira su rostro, la beso, y sonrió.
Ella voltea, me muestra sus pechos desnudos, la miro al rostro la reconozco ahora, como la reconocí al entrar y cuando la seduje y logre que me amara.
Me besa. Se escucha un chasquido, el calor de un cañón.
-Sabía que lo sabia, lo siento-
Su ojos se cierran, y su cuerpo se desliza, la ame, la recibo en mis brazos, la acuesto en le suelo.
Veo su mano, una nota, la leo.
Sabia que sabias que sabia, lo siento…
jueves, 12 de abril de 2007
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